Las setas de cardo, chopo y paja se desarrollan bien bajo el clima mediterráneo: no necesitan grandes cantidades de lluvia, pero son muy sensibles a su abundancia. Crecen con las lluvias de otoño y primavera. Cuando las lluvias otoñales de septiembre-octubre sobrevienen con cierta generosidad, la cosecha de setas es muy segura. Cantidades de lluvia superiores a los 50 mm pueden ser suficientes para su desarrollo, sobre todo si se concentran en un lapso de tiempo corto -un par de días- que permita su penetración en las capas profundas del suelo. Las lluvias de noviembre-diciembre no son a veces suficientes, por cuanto a menudo se acompañan de frío excesivo y de heladas que dificultan o impiden la proliferación de las setas, pues las heladas tempranas de otoño o las tardías de primavera perjudican gravemente a estas especies. Lluvias de 200 mm en primavera u otoño, sobre todo cuando penetran bien en el suelo, son muy propicias a la multiplicación de los Pleuroti. La seta de cardo crece sobre todo en terrenos calizos, sobre eriales, baldíos, espacios perdidos, que llevan unos años sin cultivar, sobre crestas y cuestas, sobre parameras calcáreas, aprovechando siempre la materia orgánica acumulada y, especialmente, la del tronco del cardo corredor, al que frecuentemente aparecen asociadas, alimentándose de su materia en descomposición o de sus raíces. Por ello, es muy conveniente no arrancarla, sino cortarla, para evitar el descuaje del micelio y echar a perder la posibilidad de que se multiplique. Frente a la seta de cardo, el Pleurotus ostreatus aprovecha la materia orgánica de los troncos, tocones y fustes de árboles vivos o en descomposición; generalmente se desarrolla sobre chopos o Álamos y sobre las pacas de paja.
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